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Wilhelm Gütermann
la moraleja es que por mucho que los cristianos perjuren creer en un sistema de justicia absoluta, justicia divina, no dejan por ello de ser relativistas en la práctica, despues de todo, por muy cristianos que se digan, su juicio siempre estárá alterado o distorsionado por sus propias emociones, por ejemlo, una mujer de intenciones blandas y creyente pide que a pablo se le perdone, porque es buen muchacho y si en cambio alguien como pablo hubiera matado a su hijo, naturalmente ella pediría justicia y a su vez el predicador en turno se encargará de reconfortarle diciéndole que, una vez en la cárcel el asesino, su dios hizo justicia.